En el episodio 4×86 del programa de radio La Vida Moderna, el bueno de Ignatius, ante el regalo de una tarta vegana por parte de una seguidora del programa, bromeó al respecto comentando «El paso de gigante del veganismo será cuando haya comida basura vegana», a lo que Quequé añadió «Claro, claro, que haya un McDonalds de veganos…», cuando precisamente esa tarta vegana que se estaban comiendo era efectivamente comida basura: un producto cuyos ingredientes son sobre todo grandes cantidades de harinas, azúcar libre y aceites vegetales refinados, la mezcla de los cuales, además, hace que actúen en sinergia y sean más perjudiciales aún de lo que ya lo serían por separado (Más detalles).
Pero no es el cometido de este artículo poner de manifiesto que, obviamente, puede haber comida vegana basura y perjudicial para la salud, sino más bien hablar de lo qué supone que, para la población general, vagamente informada sobre nutrición (o desinformada por los medios), la comida considerada como verdaderamente peligrosa, como verdadera comida basura, hayan sido siempre principalmente las hamburguesas (o mejor dicho, bocadillos de hamburguesa) del McDonalds, Burguer King o similares, demonizándose además sobre todo su parte de origen animal, y cómo esto podría beneficiar a la otra gran parte de la industria alimentaria de los ultraprocesados, ya que tanto foco hacia esta dirección puede desviar la atención del verdadero problema, de los productos que probablemente son más perjudiciales y menos nutritivos que los bocadillos de hamburguesas de McDonalds, y que campan a sus anchas por todas las casas (¡y en los menús de los pacientes en los hospitales!) y que además en este caso se consumen a diario, como las galletas María u otros ultraprocesados.
Como mucho, hay quienes al menos meten a Donuts y Bollycaos en el saco de la comida basura (pero ya vimos que estos son idénticos a una galleta María)…
Si se hiciese una encuesta a pie de calle preguntando si son más sanas las hamburguesas o las galletas María, la mayoría de los encuestados directamente se reiría en tu cara pensando que estás de broma, pues consideran obvia la respuesta. «Las galletas María son más sanas«, responderían jocosa y erróneamente.
¿Y si se comparasen los bocadillos «cotidianos» que se suelen tomar a diario con los bocadillos de hamburguesa de McDonalds o Burguer King? ¿Cuál sería la respuesta?
Cada día, tras el habitual desayuno de cereales azucarados ultraprocesados y galletas María, miles de padres y madres, con todo el cariño del mundo, le preparan a sus hijos su sandwich o bocadillo de embutido para tomar en el colegio o para merendar por la tarde. ¿Hay diferencia entre esto y las hamburguesas del McDonalds? La mayoría de veces, ninguna. En ambos casos, se trata de bocadillos de mala calidad. Ambos poco recomendables. Un bocadillo suele estar formado dos elementos principales: 1 – pan y 2 – embutido/carne. Veamos cómo son estos en cada caso.
1. Pan
Pan del bocadillo cotidiano
Un bocadillo o sandwich habitual*, digamos estándar, de un ciudadano medio suele llevar pan de harina refinada de trigo moderno, y en muchos casos, sobre todo si se trata de pan de molde, además llevará su ración de azúcar libre, aceites vegetales de semillas… y otros ingredientes poco recomendables.
Veamos por ejemplo los ingredientes del Pan Bimbo de «toda la vida»: Harina de trigo, agua, azúcar, levadura, sal, aceite vegetal (girasol), gluten de trigo, emulgentes (e-472e, e-471, e-481), conservadores (e-282, e-200, e-202), corrector de acidez (e-270), agente de tratamiento de la harina (e-300, e-920). (Fuente). ¿Creés que el pan de una hamburguesa del McDonalds es muy diferente? ¿Crees acaso que es peor?
Pan de McDonalds o BuguerKing
Veamos ahora, por ejemplo, los ingredientes del pan Big Mac Bun del McDonalds: Harina de trigo enriquecida sin blanquear, agua, azúcar, levadura, aceite vegetal (soja y / o canola), semillas de sésamo, sal, harina de patata. (Fuente)
No hay mucha diferencia. Incluso, como ves, en algunos casos, casi pinta mejor el del McDonalds. Probablemente se guardan congelados, y por ello no sea necesaria tanta basura para que se conserven y para que mantengan buen sabor y aspecto.
2. Embutido/Carne
Pasemos ahora a revisar lo que hay entre pan y pan en cada uno de los casos:
Carne del bocadillo cotidiano
En el caso de los bocadillos cotidianos, es muy habitual encontrarse con carnes procesadas como pechuga de pavo, jamón york, chopped, etc…
Analicemos, por ejemplo, un producto que es, equivocadamente, percibido como sano por ser bajo en grasa. Veamos los ingredientes de la «clásica» pechuga de pavo de El Pozo:
Pechuga de pavo (55%), agua, fécula de patata, sal, leche en polvo, proteína de soja, azúcar, aromas, aroma de humo, estabilizantes: e-407 y e-451, estabilizantes: e-316 y e-330, conservador: e-250. (Fuente)
Solo la mitad mitad es carne (y, además, de mala calidad, procedente de animales hacinados) lo demás son ingredientes que, no solo modifican artificialmente el sabor de la carne haciéndola más adictiva y estropeando nuestro paladar innato, sino que además, como ya sabemos, pueden ser perjudiciales por otras vías.
Y lo cierto es que he sido benévolo al seleccionar una carne procesada en la que no hubiera también potenciador del sabor, ingrediente muy habitual en este tipo de productos.
Carne de las hamburguesas del McDonalds o Burguer King
Siempre ha habido mucha controversia y rumores respecto al origen de la carne de las hamburguesas de McDonalds o Burguer King, siendo los roedores nombrados con frecuencia.
Si consultamos por ejemplo la misma lista de ingredientes que hemos mirado para analizar el pan, publicada por McDonalds, encontramos que tanto la Angus Patty como la Beef Patty aparecen con la carne de ternera como el único ingrediente que las compone.
No tendría por qué ser falso. Se puede conseguir carne de baja calidad y en grandes cantidades a partir de vacas estabuladas, sin necesidad de complicarse la vida. En cualquier caso, es cierto que nunca podremos estar seguros; pero esto sería igualmente aplicable a cualquier embutido o cualquier carne picada comprada en el supermercado, y en este caso además se suma el problema de que el 50% del producto son ingredientes añadidos, en su mayoría basura.
Y es que el hecho de que se conserven ultracongeladas es coherente con que no necesiten más ingredientes que ayuden a su conservación. No en vano, si probamos la carne de estas hamburguesas de manera aíslada, podemos comprobar efectivamente un sabor muy neutro. Ya se encargará el pan que las rodea y alguna que otra salsa de transformar al conjunto total en un producto más palatable.
Es decir, en estas hamburguesas tenemos un 100% de carne fresca (gracias al ultracongelado), mientras que en el caso de los bocadillos cotidianos, tenemos carne procesada y además solo supone el 50% del embutido. (En ambos casos, claro, hablamos de carne de animales estabulados/hacinados y alimentados artificialmente; ahí hay poca diferencia). Eso sí, desgraciadamente, esta diferencia a veces se acaba compensando con que a las hamburguesas suele añadirse alguna salsa ultraprocesada con azúcar y otros aditivos. Aunque hay que decirm claro, que estas salsas, muchas veces, también añadidas a los bocadillos cotidianos…
Como curiosidad, dejo un enlace al experimento en McDonalds del doctor Álvaro Campillio. Estuvo 15 días (fase 1) comiendo hamburguesas en McDonalds, incluyendo el pan, y, a continuación, otros 15 días (fase 2), ingiriendo las mismas calorías de McDonalds, pero quitando el pan. Sus marcadores de salud mejoraron en la fase 2.
Frecuencia y normalización
Comer en restaurantes fast food, al menos en Europa*, no es algo que la mayoría de la gente haga a diario; suele ser más bien algo ocasional o semanal. Sin embargo, los ultraprocesados «de supermercado» inundan los armarios y frigoríficos de la mayoría de las cocinas y son consumidos a diario sin miedo y, normalmente, pensando equivocadamente que el peligro está en las grasas saturadas y carne de productos animales como las hamburguesas. (Y no, ni las grasas saturadas son malas para el corazón, ni tampoco las grasas engordan más por tener más calorías por cada gramo)
¿Que haya habido siempre tanto foco y demonización sobre los restaurantes de comida rápida ha podido, intencionadamente o no, desviar la atención del verdadero problema, el que ocurre diario?
Galletas, cereales azucarados, salsas, carnes procesadas, pan blanco y otros farináceos, lácteos azúcarados, productos «light», precocinados, refrescos, zumos, y otros ultraprocesados tienen el visto bueno del ciudadano medio y suponen un alto porcentaje del total de su alimentación.
Si desapareciesen todos los ultraprocesados de los supermercados y la única comida basura que se comiese fuese la de los restaurantes fast food, la que solo se toma a veces y cuando comes fuera, podríamos apostar a que el problema de salud global que tenemos en la actualidad (diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades mentales, etc..) se reduciría a niveles bajísimos, al menos en cuanto a la porción de la que es culpable a la alimentación.
Y en la misma línea de la encuesta ficticia que mencioné al principio en la que se preguntaba si eran más sanas las galletas María o las hamburguesas… ¿Os imagináis la barbaridad que parecería que te pusiesen una hamburguesa para desayunar a un paciente en un hospital? Pues, bien, con las galletas se hace y son bastante peores y menos nutritivas. Una galleta es como coger solo el pan ultraprocesado de la hamburguesa, ya insano de por sí, y añadirle varios kilos de azúcar más. La hamburguesa al menos tendría bastante más densidad nutricional gracias a la carne, y con suerte quizás cae algún trozo de lechuga o tomate :).
Ah, ¿y sabéis que le ponen también a los pacientes? Pues embutidos como jamón york o pechuga de pavo ultraprocesados acompañados de pan blanco ultraprocesado. Es decir, exactamente lo mismo que lleva el bocadillo cotidiano antes analizado.
Resulta también curioso ver las leyendas y rumores que surgen sobre el origen de las carnes de las hamburguesas, de lo cual hay poca evidencia o ninguna (aunque, por supuesto, siempre hay que dudar) mientras que en las casas entran kilos de ultraprocesados, cuyo daño ha sido ya bastante evidenciado científicamente. Yo no me preocuparía tanto de la (bajísima) probabilidad de comerme un trocillo de ratón de manera ocasional y sí más de comer basura industrial a diario.
De hecho, en McDonalds o Burguer King, suelen ser más preocupantes los clásicos «complementos» de los «menús» que la hamburguesa en sí misma. Estos son, normalmente, Coca-Cola y patatas fritas ultraprocesadas (revisa en este antiguo post los ingredientes de las patatas fritas de McDonalds),
¿Beneficia a alguien esta tradicional confusión?
Sería quizás muy conspiranoico pensar que existió un plan orquestado para desviar la atención de los ultraprocesados cotidianos hacia las hamburguesas de estas cadenas de comida rápida. Sobre todo, teniendo en cuenta que las propias empresas de restaurantes de cómida rápida, como McDonalds, Burguer King o similares, son también fuertes poderes económicos que intentan igualmente mover los hilos pensando en su beneficio, y que además también venden ultraprocesados. Quizás el fenómeno simplemente beba casualmente de las (estas sí intencionadas) estrategias y manipulaciones que consiguieron demonizar las grasas animales desde los años 60.
Sea como sea, lo cierto es que este excesivo foco ha puesto su granito de arena a la hora de ignorar los peligros de los ultraprocesados que se comen a diario, que son los que representan el verdadero problema, sobre todo en términos cuantitativos, generándose una situación en la que ambos, restaurantes de cómida rápida y empresas de ultraprocesados «de supermercado», salen beneficiados o, al menos, no se perjudican entre ellos: La gente seguirá yendo al McDonalds, aunque esté demonizado, en parte gracias a su carácter ocasional, y seguirá comprando ultraprocesados, pensando que el problema son las grasas saturadas, carne y hamburguesas, esas que normalmente solo come, como desfogue puntual, en su visita semanal al McDonalds.
Os invito a que me escribáis vuestras opiniones sobre esta reflexión o especulación.
Por suerte, cada vez hay más voces señalando los peligros de los ultraprocesados que se comen a diario. De hecho, es probable que, si estás medianamente informado, estés pensando que he perdido la cabeza, que este es un artículo innecesario y que ahora hay más conciencia que nunca de que los ultraprocesados son dañinos. Y no hay duda de que afortunadamente ha habido algunos cambios positivos, pero, en realidad, cuando salimos un poco de la burbuja «nutricional» en la que muchos, sobre todo en redes sociales, nos hayamos inmersos, nos damos cuenta de que, fuera de esos círculos, la gran mayoría de la población, la que no está muy metida en el tema (y confundida por la industria y los medios), no lo tiene tan claro, y en términos generales sigue habiendo mucho por hacer en este aspecto.
Aclaraciones**:
1* – A pesar de que las harinas en general no son la mejor opción, está claro que un bocadillo de, por ejemplo, pan de Kamut o centeno integral, de masa madre, y que lleve pescado, carne fresca o huevos, (sobre todo si además provienen de animales criados en libertad y alimentados con pasto o similares), o incluso un buen embutido casero, es algo bastante diferente. He puesto el ejemplo del bocadillo de pan blanco y embutido de carne procesada por ser el más popular y generalizado y seguir siendo percibido entre la población como más sano que los bocadillos de hamburguesa del McDonalds.
2* – Sería discutible si parte de estas reflexiones serían tan aplicables a países como Estados Unidos, ya que allí el consumo de productos de restaurantes de cadena rápida sí que supone un porcentaje alto del total de la ingesta del estadounidense medio. Pero, igualmente, ello no implica que no haya podido haber también algo de desvío de atención a la hora de ignorar el daño del resto de ultraprocesados.
Calotonterías en las redes